viernes, 7 de agosto de 2009

Una visión de la realidad

En un lugar del mundo una persona pequeña se sentía y no sabía a quien acudir porque a pesar de no estar sola tampoco estaba acompañada. Se sentía una ocupa en un mundo que no encajaba. Harta de reir mientras por dentro lloraba decidió que ya no lo soportaría más, que sus lagrimas jamás volverían a correr por sus mejillas. Falló. Por mucho que se empeñara en no hacerlo una y otra vez caía en el mismo fallo: era débil.

Los años la habían enseñado a no confiar plenamente en nadie ni si quiera en su familia, aquella a la que pertenecía sin sentirse parte de ella. Era cruel que mucha gente no tubiera y ella en cambio gustosamente se la habría cambiado por su soledad. Mejor sola que mal acompañada el resto de sus días

De todas las putadas que conoció en sus propias carnes no olvidó ninguna y a pesar de recordarlas cayó en los mismos errores. El pensar que los humanos no siempre son unos cabrones fue una gran mentira. Cada día lo veía. Cada día lo sentía.

Del mundo la mayoría de las veces conoció su lado más crudo, más real... todo parecía perdido hasta que conocío a una persona, que si que la comprendió. Ambas habían pasado tambien por las mismas cosas. Aprendió a confiar en alguien. Todo iba estupendo, todo era idílico y la personita ya feliz se sentía.

Todo lo anterior parecía no tener peso, sentía que algo nuevo en su vida enpezaba....y justo en el momento mas feliz se tubo que ir.

Sola otra vez.

Curiosas son las cosas que la vida te depara y curiosa es la forma en la que a ti te afecta el movimiento del mundo, su continuo tira y afloja de quien algo quiere algo le cuesta. Los momentos posteriores a ese día borrosos aun permanecen en su memoria porque inundados en lagrimas y dolor se ahogaron. Esperanzas rotas, sueños fallidos y felicidad perdida. Eso fue lo que le quedó. Ya no podía encogerse más dentro de su mundo ni pronunciar su nombre en alto ni pensarlo ni oirlo porque una oleada de sentimientos la atacaban y pugnaban por asfixiarla una vez más.

Los días pasaban y la pena no se olvidaba solo se escondía más en el fondo de sus recuerdos. Sus otros amigos ya no eran lo que solían ser, los momentos perdidos los habían capturado y la personita no pudo luchar contra ellos, se limitó a llevar su existencia en los límites de la amistad.
Pero no solo eso había cambiado. Esa personita ya no era lo que antes fue.
Los malos ratos la curtieron y decidió que ya no se molestaría por tales nimiedades y empezó a abrirse a la gente. El pensar que tener muchos conocidos pero pocos amigos de verdad le ayudaría a no tener mucho apego a las personas. Le funcionó, se abrió y cuando las cosas iban otra vez bien se cayó.
El primer susto puso en peligro todo el mundo conocido hasta la fecha de la personita, el segundo fue menos duro, el tercero pareció que no le dolió pero cuando llegó el cuarto...ese sí... ese puso fin a todo lo de antes. Ya no podía seguir siendo un crio a pesar de que nunca conoció el mundo de yupi de los demás. De un día para otro tenía que hacer frente de una familia. No podía, si antes todo era una pesadilla y no pasaba más de media hora con ellos, ahora tenía que darlos cariño. Un cariño que nunca sintió, vivía una mentira. ¿ Sería honesto hecerles vivir en una mentira? De siempre se había sacrificado por los demás sin que se lo pidieran, sería ahora injusto que no lo hiciera por ellos. Pero en realidad se había sacrificado por sus amigos que luego la habían traicionado. Irónico.
Pero la cosa es que los de ahora si que eran de verdad, la personita así se sentía, esos eran su verdadera familia; que siempre estaban allí cuando se les necesitaba.
¿Qué iba a hacer ahora?

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